“Cinco minutos más...”, “Ya voy, no me apresures”, “Qué lata tener que hacer esto”, “Mejor mañana lo termino”. Las anteriores son frases que reflejan un estado peligroso; que paraliza cada iniciativa y nos acerca a la negligencia: la pereza. Muchos en algún momento de nuestras vidas sufrimos sus efectos y no todos la superamos. A continuación, te presento algunas alternativas de solución para esta cadena que nos puede llevar a ser esclavos del fracaso.
El diccionario define la pereza como la “repugnancia al trabajo y al esfuerzo”. Las siguientes son algunas características que se presentan en aquel que tiene tendencias hacia la pereza:
Físicamente - No dan ganas de trabajar, ni de ir a la escuela o cumplir con deberes.
Mentalmente - Aburrimiento, falta de iniciativa o motivación, aplazamientos continuos de tareas y deberes, sentido de fracaso antes de emprender cualquier cosa, ve las tareas más grandes de lo que son, miedo al fracaso (“Dice el perezoso: El león está fuera; Seré muerto en la calle”. Prov. 22:12), etc.
Espiritualmente - Envidia, falta de compasión, sentido de impotencia ante las demandas del Señor, abandono de las disciplinas básicas, etc.
a. Físicas: En la etapa de la adolescencia, debido a todos los cambios físicos que se están dando, el cuerpo del joven invierte más energía y, en consecuencia, se siente más cansancio de lo normal. También puede haber casos de anemia que deben ser tratados por un médico.
b. Psicológicas. Una baja autoestima puede producir que la persona sienta desgano por la vida y las actividades diarias. Por otro lado, el haber experimentado fracasos en cierta actividad importante puede hacer que el ánimo se venga abajo.
c. Ambientales: A veces, una crisis familiar o un ambiente hogareño difícil (divorcios, conflictos frecuentes, enfermedades o muerte de seres queridos) precipitan la tendencia hacia la depresión, la inercia y la pereza.
d. Formativas: En algunos hogares, los padres no le dan responsabilidades y deberes a sus hijos y más bien los consienten en su conducta y les satisfacen todos sus caprichos. Esta falta de disciplina y vida fácil acostumbran al joven a recibir sin dar y a reclamar sin esforzarse. Como el trabajo no ha sido parte de su vida, ya no les hace falta y les cuesta poner esfuerzo en lo que hacen.
a. Mala percepción de las capacidades: El joven comienza a convencerse de que no es capaz de lograr anhelos y metas.
b. Descenso en las aspiraciones y planes: Esto es consecuencia de lo anterior.
c. Un sentido de dependencia enfermiza de otros. El joven que está siendo vencido por la pereza siente que otros deben hacer las cosas en su lugar. Está convencido de que él no puede terminar lo que comenzó y empieza a buscar a alguien que lo empuje a terminar. Una persona así puede convertirse en “adicto a la ayuda”.
d. Irresponsabilidad constante. Esta es una de las consecuencias más obvias de la pereza. Ya que no hay entusiasmo por el trabajo y más bien, se tiende a rehuir del él, las responsabilidades no se cumplen y los trabajos quedan a medias. Muchas veces, la filosofía detrás de la pereza es que “algo tiene que arreglar todo”.
e. Se logran pocas cosas. Las metas, cuando existen, no son alcanzadas y la persona se acostumbra a pensar que “así soy yo”. El alma del perezoso desea, y nada alcanza; Mas el alma de los diligentes será prosperada. Prov. 13:4. A la vez, se pueden unir otros problemas, tales como la mentira (para cubrir la irresponsabilidad), la costumbre de presentar excusas por todo o la tendencia de culpar a otras personas.
f. Se aleja a los amigos o colaboradores. Nadie desea trabajar con una persona que rehuye sus responsabilidades. Prov. 10:26 dice: “Como el vinagre a los dientes, y como el humo a los ojos, Así es el perezoso a los que lo envían”.
g. Pobreza y fracaso. La Biblia lo dice así: “No ames el sueño, para que no te empobrezcas; abre tus ojos, y te saciarás de pan” (Prov. 20:13). “Por la pereza se cae la techumbre, y por la flojedad de las manos se llueve la casa”. Ecl. 10:18. Benjamín Franklin dijo: “La pereza viaja tan despacio que la pobreza no tarda en alcanzarla”.
- Ve a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio; La cual no teniendo capitán, Ni gobernador, ni señor, Prepara en el verano su comida, Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco las manos para reposo; Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre armado. Prov. 6:6-9. Es necesario prepararse de antemano y no amar el sueño.
- El camino del perezoso es como seto de espinos; Mas la vereda de los rectos, como una calzada. Prov. 15:19. Al que le da gusto a la pereza le espera un difícil camino.
- Pasé junto al campo del hombre perezoso, Y junto a la viña del hombre falto de entendimiento; Y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos, Ortigas habían ya cubierto su faz, Y su cerca de piedra estaba ya destruida. Miré, y lo puse en mi corazón; Lo vi, y tomé consejo. Un poco de sueño, cabeceando otro poco, Poniendo mano sobre mano otro poco para dormir; Así vendrá como caminante tu necesidad, Y tu pobreza como hombre armado. Prov. 24:30-34. El mal trabajo de un perezoso es evidente y sirve de mal ejemplo para otros.
- Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros. 7Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, 8ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros; 9no porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis. 10Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. 11Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. 12A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan. 2 Tes. 3:6-12. Es responsabilidad y buen testimonio que como cristianos trabajemos para obtener nuestro sustento.
a. Reconoce el problema.
b. Si la causa es física, busca solución médica.
c. Procura establecer metas (al principio pequeñas y poco a poco mayores).
d. Pide ayuda:
· Al Señor, en oración
· A tus padres
· A tus maestros
· A los líderes de tu iglesia
· A amigos que son más disciplinados
e. Trata de controlar factores ambientales que te quitan el entusiasmo por el trabajo:
· Desconecta o apaga el teléfono si tienes que trabajar
· Apaga la TV y pide a tus padres que te ayuden a resistir la tentación.
· No estudies cerca de la cama o acostado
f. Busca nuevos retos que mantengan tu motivación. Haz un horario que te ayude a definir qué tienes que alcanzar cada mes, cada semana y cada día.
g. Pide a tus padres que te premien por alcanzar alguna meta difícil. Puedes premiarte tú mismo por algo que hayas logrado.
h. Busca compañías que amen el trabajo y que te ayuden a superar el problema.
i. Busca ayudar a alguien necesitado. De esa manera, comprobarás que eres necesario y que puedes poner en práctica las habilidades que Dios te ha dado.
j. En lugar de decir “mañana lo haré”, pregúntate “¿Lo puedo hacer hoy?”
k. No te compares con nadie. Tu vida es única. Cuando te comparas con el mejor de la clase, puedes sentirte frustrado y perder el entusiasmo.
“No es perezoso sólo el que no hace nada, sino también el
que pudiendo hacer algo mejor, no lo hace”.- Sócrates
La pereza no es más que el hábito de descansar
antes de estar cansado. Jules Renard
pasión de la pereza. Samuel Beckett