¿Qué puedo hacer si ya no
soporto y he pedido ayuda al Señor y no me llega? La tristeza me está matando.
He estado a punto de cometer un gran error: quitarme la vida. Necesito estar
con mis padres para que me ayuden, pero es imposible porque no están aquí.
Necesito ayuda, por favor.
Para comenzar, felicitaciones porque
estás pidiendo ayuda. Eso es lo que hay que hacer cuando tenemos dificultades. No
mencionas con exactitud cuál es tu problema, pero dices que ya no puedes
soportar la tristeza, así que debe ser una circunstancia muy dolorosa; seguramente
sientes un dolor muy agudo el cual nada parece remediar. También dices que has
pedido la ayuda del Señor y eso es mejor aún, porque Él es la fuente de todo
consuelo y refugio.
Ahora bien, a pesar del dolor, la
tristeza y, posiblemente el enojo contra Dios que sientes, te tengo tres
grandes noticias. La primera de ellas es que, por difícil que parezca y por
imposible que te suene, tus problemas tienen solución. No importa si es una
decepción amorosa, la traición de una amiga o la incomprensión de tus padres o
amigos, la verdad es que siempre hay una salida, que por supuesto no vas a
poder ver si cometes el error de quitarte la vida. Recuerda que, a fin de cuentas,
tus problemas son pasajeros, pero el suicidio es permanente.
Te recomiendo que hagas lo siguiente.
Siéntate un momento y escribe el problema que más te está afectando en este
momento. Ahora escribe las alternativas que tienes para solucionar o cambiar
esa circunstancia. Escribe también los obstáculos y las consecuencias que puede
conllevar ese curso de acción. Sé optimista y no pienses sólo en lo peor. Es
posible que hacer esto coloque los problemas en una dimensión más realista y
puedas contemplar salidas que antes no habías considerado.
La segunda buena noticia es que Dios
está siempre dispuesto a escucharte, comprenderte y ayudarte. Para comenzar,
recuerda que puedes expresarle al Señor tus quejas y angustias. ¿Sabías que
hubo personajes en la Biblia que expresaron sus tristezas, su dolor y aun su
enojo a Dios? Job era un hombre bueno que perdió a sus hijos y todas sus
posesiones en una serie de eventos trágicos y traumáticos. En lugar de
consolarlo, sus amigos trataban de buscar una razón por la cual Job sufría. En
medio de todo, escucha lo que dice este sufrido hombre: “Está mi alma hastiada
de mi vida; daré libre curso a mi queja, hablaré con amargura de mi alma” (Job
1:10); “Disputadores son mis amigos; mas ante Dios derramaré mis lágrimas” (Job
16:20). ¿Te das cuenta? En lugar de abandonar al Señor, puedes acudir a él para
encontrar consuelo o simplemente para llorar y presentarle tus quejas. Y de una
cosa debes estar segura: el Señor no abandona a aquellos que lo buscan. Jesús
dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré
descansar” (Mateo 11:28). Por eso, no acabes con tus oportunidades de encontrar
el consuelo. Refúgiate en Dios; descarga en él tu problema, cualquiera que éste
sea. Recuerda que él es el único que puede ayudarte en toda circunstancia.
La tercera gran noticia es que hay
personas que te aman y se interesan por ti. ¡Vamos! Si has de ser honesta,
debes reconocer que no todos están en tu contra. Tienes amigos que te quieren
tal y como eres, a pesar del dolor y de las dificultades tan grandes que estás
atravesando. De hecho, sería una gran idea que llamaras a un amigo o amiga
maduro (de preferencia que sea una persona con fe en Dios) para que te ayude a
salir de donde estás. Recuerda que los verdaderos amigos están contigo en las
buenas y en las malas y no te juzgarán por lo que te está sucediendo, sino que
procurarán extender su mano amiga para ayudarte y acompañarte en los problemas.
A propósito, aparte de tus buenos amigos, es muy aconsejable que busques la
ayuda de consejeros espirituales que te escuchen, que te den nuevas
perspectivas ante los problemas y que te acompañen en el proceso. La Escritura
enseña que en la multitud de consejeros hay seguridad (Pr. 11:14).
En resumen, ¿por qué darle una solución
terminante y falsa a problemas pasajeros que sin duda tienen una solución?
Clama al Señor ahora mismo pidiendo su dirección y su consuelo. Luego, busca
con objetividad las salidas y opciones que tienes ante el problema y enfréntalo
con valor y decisión. Por último, busca la ayuda de personas que te aman y que
se interesan por ayudarte a resolver cualquier dificultad o angustia que estés
enfrentando. Aunque sientas que tu vida no tiene sentido, recuerda que hay un
Dios que te hizo especial, que te ama y que tiene planes maravillosos para la
vida que tienes por delante. Sólo dale la oportunidad de tomar el control y
encaminarte hacia la senda de la paz y del descanso verdadero.