Publicado en "El Encuentro con Dios"
de la Unión Bíblica
1 Oíd ahora lo que dice Jehová: Levántate, contiende contra los montes, y oigan los collados tu voz. 2 Oíd, montes, y fuertes cimientos de la tierra, el pleito de Jehová; porque Jehová tiene pleito con su pueblo, y altercará con Israel. 3 Pueblo mío, ¿qué te he hecho, o en qué te he molestado? Responde contra mí. 4 Porque yo te hice subir de la tierra de Egipto, y de la casa de servidumbre te redimí; y envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María. 5 Pueblo mío, acuérdate ahora qué aconsejó Balac rey de Moab, y qué le respondió Balaam hijo de Beor, desde Sitim hasta Gilgal, para que conozcas las justicias de Jehová. 6 ¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? 7 ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? 8 Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios. 9 La voz de Jehová clama a la ciudad; es sabio temer a tu nombre. Prestad atención al castigo, y a quien lo establece. 10 ¿Hay aún en casa del impío tesoros de impiedad, y medida escasa que es detestable? 11 ¿Daré por inocente al que tiene balanza falsa y bolsa de pesas engañosas? 12 Sus ricos se colmaron de rapiña, y sus moradores hablaron mentira, y su lengua es engañosa en su boca. 13 Por eso yo también te hice enflaquecer hiriéndote, asolándote por tus pecados. 14 Comerás, y no te saciarás, y tu abatimiento estará en medio de ti; recogerás, mas no salvarás, y lo que salvares, lo entregaré yo a la espada. 15 Sembrarás, mas no segarás; pisarás aceitunas, mas no te ungirás con el aceite; y mosto, mas no beberás el vino. 16 Porque los mandamientos de Omri se han guardado, y toda obra de la casa de Acab; y en los consejos de ellos anduvisteis, para que yo te pusiese en asolamiento, y tus moradores para burla. Llevaréis, por tanto, el oprobio de mi pueblo.
Mientras llega
el momento de la feliz restauración, la conducta pecaminosa del pueblo sigue
provocando una confrontación formal con la santidad del Señor. El pasaje de
este día nos ofrece más luz acerca de la manera en la que Dios maneja esta
clase de conflicto.
Es impresionante descubrir cómo el
Señor le pide a su pueblo que venga y plantee formalmente sus acusaciones en
contra de Él. Así, se atreve a desafiar al pueblo para que le presenten
pruebas, si las hay, de que Él ha faltado en algo al pacto que tiene con su
pueblo. No las hay. Más bien es Dios quien tiene abundantes evidencias de su
fidelidad para con ellos. En lugar de reclamarle al Señor por algún derecho que
creamos tener, debemos repasar primero las numerosas y específicas muestras de
su bondad infinita. Si lo hacemos, con seguridad nos quedaremos sin motivos
para reclamar.
Si Dios es infinitamente bondadoso y
las muestras de su gracia son evidentes, entonces, ¿Qué podrá ser lo
suficientemente digno para adorar a un Dios tan perfecto y santo? ¿Qué tipo de
sacrificios, ofrendas u honores podemos ofrecer ante un Ser que es
absolutamente soberano, santo y que ha dado pruebas abundantes de su
misericordia? ¿Serán suficientes millares de sacrificios, todas mis posesiones,
mi tiempo o la vida de mis seres más queridos? ¡El Señor ya lo ha revelado! Lo
que Él demanda es una vida ética justa, valores internos que reflejen su
misericordia y un corazón humilde ante Él. En pocas palabras, Él exige nuestra
vida; que nuestras intenciones, nuestras acciones diarias y nuestro trato hacia
los demás sean un reflejo de nuestro completo sometimiento a Él. De esta forma,
nuestra forma de trabajar, de hacer negocios, de tratar a aquellos en necesidad
o de tratar a nuestros hijos deben mostrar que estamos rendidos a su Nombre. El
pasaje incluso afirma que los castigos tienen como propósito hacer que
lleguemos a esa condición. Por eso el pueblo fue castigado. Sus valores no eran
los del Señor, sino que siguieron los malos ejemplos del pasado. ¡Qué triste es
seguir nuestra propia sabiduría!
¿Puedes hacer
una lista de las bondades de Dios en tu vida? ¿Te permite esto vivir más
satisfecho y confiado en Él? ¿Muestra tu conducta diaria tu humillación ante el
Señor?
Señor, me
comprometo a mantener relaciones de justicia y misericordia para con los demás
como evidencia de que mi corazón está totalmente rendido a ti.