¿Qué le dices a una persona en Navidad cuando sabes que está sintiendo una tristeza muy grande? Es fácil envolverse en la alegría de las fiestas y olvidar que para muchos está será una época difícil de atravesar. Las posibilidades son varias:
1) Hacer como que si nada malo estuviera ocurriendo y más bien contagiar a quien sufre con el "espíritu navideño". Después de todo, se supone que esta es una época para celebrar. Sin embargo, pronto te das cuenta que esta alternativa muestra insensibilidad y hasta un poco de crueldad.
2) Si no sabes qué decir, entonces no dices nada. Te alejas prudentemente y esperas que se le pase la tristeza al que atraviesa el dolor. Muchos incluso dicen "Es que no soy bueno para estas cosas", por lo que se quedan callados. La verdad es que esta alternativa es solo parcialmente útil. Es cierto que es mejor el silencio que las palabras inadecuadas, pero si la persona es cercana a ti, más que palabras específicas, necesitará tu presencia y tu voz expresando amor de maneras claras, variadas y creativas.
3) Utilizas las conocidas frases: "Sé como te sientes", "te acompaño en tu pena" o alguna de sus variaciones. En realidad, quizá sea mejor el silencio que utilizar una de estas fórmulas prefabricadas y artificiales, sobre todo porque en el fondo no es verdad que sabes cómo se siente la otra persona, ya que las penas y tragedias y los sentimientos que provocan son únicas para cada persona.
4) Te dedicas a dar explicaciones teológicas o bíblicas de por qué sucede lo malo y qué clase de propósitos perfectos tiene el Señor en el mundo. Esta opción, aparte de ser fría y calculadora, hace que falles en tu afán de traer consuelo o fortaleza a la persona. Además, en la Biblia, Dios generalmente no da explicaciones complejas acerca de lo que sucede en el mundo. Lo que sí hace es que acompaña a los que sufren y llora con ellos, permitiendo misteriosamente lo malo, controlando sus efectos y a veces transformando las circunstancias de manera poderosa. La fe nos sostiene en medio de esas circunstancias.
5) Quizá lo mejor, en medio de todo, es dedicar un tiempo para reflexionar en las razones por las que la otra persona está triste y tratar de identificarse con su dolor, expresándolo a través de una nota, una tarjeta o una carta personal. Esto implica, por supuesto, apartar tiempo para pensar y ponerse en sus zapatos para comprender las luchas, los sentimientos y las dificultades que está enfrentado la persona. Luego, después de expresarlo de manera sincera y con claridad, es necesario hacer acto de presencia para apoyarla y realizar actos de bondad y misericordia para con ella. Así, podría ser que necesite comprar algo o quizá necesite realizar alguna acción que facilite el regreso a su vida diaria. Además, un "estoy contigo para lo que necesites" siempre se agradece.
De todas maneras, el dolor y el sufrimiento siempre están allí, pero cuando se atraviesa con seres amados alrededor, parece producirse un consuelo fortaleza espiritual que ofrecen algo de descanso y fuerzas para continuar. Si en esta Navidad tienes amigos, familiares o conocidos que están atravesando una situación difícil, quizá sea una buena oportunidad para seguir el consejo bíblico de "llorad con los que lloran" (Rom. 12:15). Esa también es una manera de honrar al Señor de la Navidad.
Estas reflexiones son producto de un artículo escrito por Kay Warren, esposa del famoso pastor y escritor Rick Warren, el cual lleva por título "Ya no envíen tarjetas de Navidad alegres", publicado por la revista Christianity Today. El artículo está en inglés y posee unas interesantes ideas escritas por una madre que perdió a su hijo Matthew, pero que la siguiente Navidad siguió recibiendo tarjetas alegres.
Aquí el enlace:
Artículo de Kay Warren: "Dejen de enviar tarjetas de Navidad alegres"
Este es un espacio para que las mentes al límite compartan ideas, pensamientos, puntos de partida y experiencias desde una perspectiva cristiana.
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Un libro "valioso": "Valor para vivir los valores" de Jorge Yarce
Me acabo de encontrar en Scribd este libro muy utilizado para enseñar el tema de los valores. Siendo que estamos en una época en la que se habla de una "crisis de valores", este aporte me parece muy oportuno para líderes de jóvenes, maestros, padres y todo aquel que desea saber más acerca de los valores que mueven y dirigen nuestras decisiones diarias. ¡Buen provecho con la lectura!
Adolescentes y Padres: Caricaturas y Escenarios
Publicado en la Revista “Hechos” de la ciudad de Guatemala.
"La
vida es un escenario" escribió con ironía un famoso escritor. Cada uno
desempeña un papel diferente en la comedia de la vida diaria. Sin embargo,
¿No es cierto que nuestro papel es, muchas veces, mal entendido? En vez de
aparecer como el héroe de la historia, a veces somos vistos como un villano sin
corazón. Cuando esto sucede con los hijos, la historia deja de ser alegre para
convertirse en una amarga tragedia. Padre, ¿cómo es visto usted por su hijo
adolescente? ¿Es su hogar un campo de batalla? ¿O un oasis en medio del
desierto de la vida? ¿Qué imagen, real o ficticia tiene sobre esto su hijo? Entremos
sin temor en las figuras mentales que tienen los jóvenes acerca de sus padres.
"ASÍ
TE VEO, PAPA"
El Padre Policía
Hay
muchos jovencitos que ven a sus padres como guardias que vigilan todos sus
movimientos y que están listos a aplicar todo el peso de la ley cuando se
comete una equivocación. Este tipo de padres se jacta de mantener un estricto
control sobre todo lo que pasa en la vida de sus hijos. Lo que esto provoca es
que los chicos se vuelven expertos en burlar la policíaca vigilancia de sus
padres. Por ejemplo, los horarios de salida y llegada no son respetados, se
inician noviazgos a espaldas del detectivesco padre o, simplemente, los deberes
escolares son dejados de lado. A todo esto, el dialogo ha sido olvidado, la
amistad entre padre e hijo se ve lejana, y todo se analiza entre ellos con ojos
de sospecha.
El Padre Domador
Este
es el padre que intenta frenar todos los "instintos salvajes" de sus
hijos. Cuando éste pregunta "¿puedo salir hoy con mis amigos?", la
respuesta es un latigazo verbal en forma de un "¡NO!" amenazador. Estos
padres creen que sus hijos son criaturas de las cuales hay que cuidarse mucho,
porque si no, ellos terminarán por devorarlo en sus caprichos. Si el jovencito
se acerca con un atrevido "papá, te quiero", el padre responde con
sospecha, ya que detrás de ese cariñito, se esconde un zarpazo traicionero: ya
sea en forma de dinero, permisos o algún otro antojo. En esta relación, el amor
y la confianza han sido desterrados. Solamente queda un ambiente de defensa y
ataque entre ambos, lo cual recuerda la atmósfera de un circo de fieras.
El Padre Reliquia
Este
es aquel que debió haber tenido hijos en el siglo pasado. Todas sus opiniones
están pasadas de moda. Cada vez que cita una autoridad sobre cómo criar a los
hijos, habla sobre el abuelo o sobre su infancia. Las palabras
"cambio" y "actualización" le parecen excusas para el
libertinaje de "esta juventud de hoy". Estos padres ven a sus hijos
como la continuación de esa dinastía que es su familia. Por eso, piensa que su
hijo debe ser y hacer lo que él y sus antepasados han sido. Estos son los
padres que les dicen a sus hijos que deben estudiar para ser doctor porque esa
es la tradición de la familia. Aquí, se ha olvidado la personalidad del hijo,
sus opiniones y sus valores, y han sido sustituidos por las empolvadas
opiniones de los patriarcas familiares.
ESTO QUISIERAN VER LOS HIJOS
El Padre Supermercado
Los
adolescentes saben, en el fondo, que necesitan de sus padres. Lo que pasa es
que muchos de ellos quisieran que sus progenitores fueran meros proveedores de
sus necesidades y antojos. Ellos quisieran que cada vez que lleguen a pedir
zapatos, ropa (sin importar el precio) o pequeños lujos, los padres los
suministraran sin reparo. Para estos jóvenes, los papás, tal como los supermercados,
deben cumplir la función de ofrecerles artículos para vivir con mayor
comodidad. El respeto, el amor y los valores morales son menospreciados y le
dan paso a una visión materialista de la vida y las relaciones.
El Padre "A La Moda"
Muchos
adolescentes sueñan con el día en que sus padres acepten totalmente la
mentalidad del mundo moderno. En ese concepto, la disciplina es poca; el
castigo no existe, y la libertad que se otorga es casi sin límite. El padre
" a la moda" deja que su hijo experimente con el pecado y los placeres
del mundo para que él mismo decida luego qué hacer con su vida. Este padre no
reprocha a su hijo y le impone pocas reglas, si es que lo hace, ya que esto
puede "provocar un trauma en el muchacho". En este tipo de hogares, reinará la indulgencia
hasta llegar a la negligencia paterna. En medio de esta fantasía, el
adolescente ha olvidado la sana disciplina y amonestación del Señor que deben
proporcionarle sus padres y la seguridad que eso traerá a su vida.
UNA VISION BÍBLICA
El
Sagrado Libro presenta soluciones y alternativas muy diferentes a las figuras
que hemos visto hasta aquí. Pasajes como Efesios 6, Colosenses 3 y muchos en el
libro de Proverbios tienen bastantes consejos qué dar en cuanto a las
relaciones entre los hijos adolescentes y los padres.
En
primer lugar, Dios espera que en el hogar exista un "padre-apoyo". Los
pasajes citados anteriormente afirman que los padres no deben enojar sin
necesidad a los hijos. Por el contrario, ellos deben proveerles de una sana
disciplina, la cual es llamada "del Señor". Por ejemplo, Proverbios
22:6 se refiere al apoyo de los padres hacia los hijos como una instrucción por
el camino correcto. Esto implica que este padre debe estar dispuesto a
compartir, corregir, dirigir, orientar y descubrir junto con su hijo la senda
de su joven vida. Al haber una equivocación, el padre provee corrección, y a la
vez, amplia comprensión y apoyo. Esta actitud de los padres trae una gran
seguridad y estabilidad a la vida del joven.
En
segundo lugar, el hogar necesita de un "padre-modelo". Es decir, no
solamente se espera que hable, sino que viva lo que él mismo demanda. Aquella
frase de "haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago", no encaja
en la correcta relación de los padres con sus hijos. La meta debe ser llegar a
ser una verdadera inspiración para la vida del joven. El joven de hoy necesita
sentir la seguridad de que es posible llevar una vida ejemplar como la de su
padre.
Conclusión
Los
adolescentes de hoy no necesitan de un "padre-domador", un
"padre-policía" o "a la moda". Ellos necesitan padres que
vivan y les enseñen el camino correcto en la vida. Esos jóvenes actores, que
son sus hijos, esperan recibir de sus padres el modelo para desenvolverse con
soltura y seguridad en el gran teatro de este mundo. ¡Usted puede ser el héroe
que inspire a su hijo para desempeñar el brillante papel de su existencia!
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